La tradición de los Huevos Pintados se celebra cada año en el Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua, y es una de las costumbres más arraigadas en Fuente Carreteros. En este día, los niños recorren las calles con unas bolsitas de crochet colgadas al cuello, dentro de las cuales llevan un huevo duro pintado. Esta tradición, que persiste con fuerza en la localidad, tiene sus raíces en las costumbres de los primeros colonos que llegaron a las Nuevas Poblaciones, ya que en Alemania también se celebra una tradición similar.
El proceso de pintar los huevos tenía varios métodos, pero uno de los más populares consistía en hervir un trapo, generalmente de color rojo, que al sumergirlo en el agua durante la cocción liberaba el color. Luego, se sumergía el huevo en ese agua teñida, de manera que absorbía el tinte y quedaba perfectamente impregnado con el color característico de los huevos de Pascua.
Además del pintado, las bolsitas en las que los niños llevaban los huevos eran confeccionadas principalmente por las abuelas, como una labor que pasaba de generación en generación, de madres a hijas. La mujer ha sido, históricamente, el pilar fundamental para la conservación de esta tradición, pues recaía sobre ellas tanto la elaboración como el pintado de los huevos.
Esta tradición de los Huevos Pintados ha permanecido viva en Fuente Carreteros a lo largo de los años, sin necesidad de intervención institucional. A través de las décadas, ha logrado mantenerse como un elemento cultural distintivo del pueblo, consolidándose como una de las costumbres más queridas y representativas de la comunidad carretereña.