De tierras vacías a pueblos con historia
En el siglo XVIII, España vivió una de sus mayores transformaciones con la llegada de la Ilustración, un movimiento que promovía el desarrollo económico, la educación y la modernización del Estado. En este contexto, el rey Carlos III impulsó un ambicioso plan de colonización en Sierra Morena y Andalucía: las Nuevas Poblaciones. Este proyecto no solo buscaba repoblar zonas despobladas, sino también crear un modelo de sociedad basado en la racionalidad y el progreso.
El origen de las Nuevas Poblaciones: una estrategia para el futuro
Desde el siglo XVI, los caminos que conectaban el interior de España con Andalucía y la costa sufrían constantes ataques de bandoleros. La inseguridad en estas rutas, fundamentales para el comercio y la comunicación, preocupaba a la Corona. La solución de Carlos III fue innovadora: poblar estos territorios con colonos extranjeros, principalmente alemanes, flamencos y suizos, ofreciéndoles tierras, exenciones fiscales y una vida mejor lejos de sus países de origen.
El encargado de materializar esta visión fue Pablo de Olavide, un reformista ilustrado que diseñó un plan urbanístico y social avanzado para la época. Su propuesta contemplaba la creación de núcleos de población bien organizados, con calles rectilíneas y plazas amplias, además de viviendas con tierras asignadas a cada familia para garantizar su autosuficiencia.
Se intentó crear una nueva organización social desembarazada de las taras heredadas del pasado que, según los reformadores ilustrados, entorpecían la vida de los campos. Para ello, Olavide y Campomanes redactaron el Fuero de las Nuevas Poblaciones, que regulaba los aspectos de la vida económica y social de los colonos.
Los nuevos asentamientos humanos no recibieron el nombre de ciudad, villa o lugar, sino que se conocían como feligresías y aldeas y todas en conjunto como «Nuevas Poblaciones». La sede del superintendente se estableció en La Carolina en 1767, quedando a partir de 1784 como sede de la intendencia, y se estableció una subdelegación en La Carlota en 1768.
El 5 de julio de 1767, en el palacio real de Madrid, el rey Carlos III firmó la Real Cédula de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, que contenía el Real Fuero de Población, el documento oficial que detallaba las leyes y disposiciones para el gobierno exclusivo de las nuevas colonias al norte de la provincia de Jaén.

Los principios ilustrados en la organización de las Nuevas Poblaciones
Las Nuevas Poblaciones no solo respondían a una necesidad estratégica, sino que también eran un experimento social basado en los principios ilustrados de igualdad, trabajo y educación. A diferencia de otros lugares de España, en estas localidades se aplicaron leyes innovadoras que favorecían el desarrollo de sus habitantes.
Se fomentó la agricultura y la industria, permitiendo a los colonos explotar sus tierras sin las trabas del sistema feudal. También se promovió la enseñanza para niños y adultos, con la idea de crear una sociedad instruida y autosuficiente. Y los conflictos se resolvían a nivel local, sin depender de las antiguas jurisdicciones señoriales.
Los municipios se diseñaron con criterios modernos, con plazas centrales que servían como puntos de encuentro y organización. Aún hoy sobreviven pueblos como La Carolina, La Carlota, La Luisiana, Guarromán, Fuente Palmera o Aldeaquemada, con sus trazados ortogonales y sus plazas de formas geométricas al estilo ilustrado.
Bajo el encargo de los ilustrados del Gobierno español, el aventurero bávaro Thürriegel fue contratado para traer a 6000 colonos de diversas partes de Europa, principalmente de lo que hoy conocemos como Francia, Alemania, Suiza e Italia. A cada colono se le adjudicaría un terreno de 50 fanegas, los privilegios de la Mesta quedaban abolidos, pero cada colono contaría para su sustento con dos vacas, cinco ovejas, cinco cabras, cinco gallinas, un gallo y una marrana de parir con terrenos comunales para el pasto.

Los municipios fundados bajo el proyecto
El Fuero de las Nuevas Poblaciones, promulgado en 1767, estableció la fundación de numerosos municipios en Sierra Morena y Andalucía. La capital de las nuevas poblaciones en Sierra Morena fue La Carolina, bautizada así en honor al rey, que fue la sede de la Intendencia General.
En Sierra Morena se fundaron varias Nuevas Poblaciones, entre ellas Aldeaquemada, Arquillos, Carboneros, La Carolina (sede del superintendente y la intendencia), Guarromán, Miranda del Rey, Magaña, Montizón, Navas de Tolosa, El Rumblar y Santa Elena.
Cada una de estas poblaciones se organizó en feligresías, con diversas aldeas. La feligresía de La Carolina contaba con: Camino de Granada (Isabela), Venta del Catalán (Fernandina) y Vista Alegre. Carboneros tenía cuatro aldeas: El Acebuchar, Los Cuellos, La Mesa de Carboneros y Escolástica. Guarromán también tenía cuatro aldeas: Arellano, Martín Malo, Los Ríos y El Altico. Arquillos tenía una aldea, El Porrosillo, y Montizón contaba con dos: Aldeahermosa y Venta de los Santos. Aldeaquemada tenía tres aldeas: Buenos Aires, Santa Cruz y Tamujosa. Santa Elena, por su parte, albergaba las aldeas de El Portazgo, Venta Nueva y Las Correderas. Miranda del Rey tenía una aldea, Magaña, y Navas de Tolosa contaba con Fuente del Rey (Ocho Casas) y Camino de Vilches (Seis Casas).
En la Baja Andalucía, se crearon también las Nuevas Poblaciones de La Carlota, La Luisiana, Fuente Palmera y San Sebastián de los Ballesteros. La feligresía de La Carlota tenía cinco aldeas: La Fuencubierta, Garabato, Pinedas, Pequeña Carlota y Vaneguillas. Fuente Palmera albergaba varias aldeas, entre ellas Cañada, Villar, Ventilla, Peñalosa, Herrería, Villalón, Aldea del Río (hoy conocida como Ochavillo del Río), Silillos y Fuente Carreteros (que se convirtió en municipio independiente en 2018). La Luisiana contaba con tres aldeas: Cañada Rosal (municipio independiente desde 1986), El Campillo y Motillos.
En 1781, se fundó la población de Concepción de Almuradiel en La Mancha, y en 1793, fue incorporado a las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, que en ese momento estaban bajo la dirección del intendente Miguel de Ondeano, y desde entonces estuvo sujeto al Fuero de las Nuevas Poblaciones de 1767.
Siguiendo el mismo patrón fundacional, en 1768 se crearon las poblaciones de Armajal y Prado del Rey. Sin embargo, esta localidad nunca se rigió por el Fuero de las Nuevas Poblaciones.
El legado de las Nuevas Poblaciones de Carlos III
El 5 de marzo de 1835 cesó de forma definitiva. Sin embargo, muchas de sus localidades han conservado su trazado original y sus habitantes mantienen tradiciones que recuerdan sus raíces centroeuropeas.
Este capítulo de la historia de España es un testimonio del esfuerzo por construir una sociedad más justa y moderna, y visitar estas poblaciones es una forma de viajar en el tiempo para comprender mejor la visión reformista de Carlos III.
Hoy en día, recorrer las calles de estos municipios es descubrir una historia única, donde la Ilustración dejó una huella imborrable en el paisaje y en la identidad de sus habitantes.
Recorre las calles donde la Ilustración dejó su huella y sumérgete en la historia viva de las Nuevas Poblaciones, un legado único en España donde cada rincón cuenta la historia de un sueño ilustrado.
